¿Qué es la inteligencia emocional en un perro?
En nuestra larga experiencia en la Residencia Canina en Madrid hemos podido comprobar en reiteradas ocasiones que los perros muestran un nivel de empatía muy alto, tanto es así que, observando el estado emocional del perro, se puede llegar a saber el estado emocional de su propietario, puesto que ellos somatizan nuestros problemas. En ocasiones incluso el perro llega a producirse heridas, fundamentalmente en las patas, a consecuencia del “lamido acral”.
Ellos detectan el estado emocional de su dueño que ya sea por un hecho puntual (un divorcio, el nacimiento de un bebé, un fallecimiento…) o por una situación prolongada en el tiempo (ansiedad o estrés); actúan como lo harían con sus congéneres, se acercan más, te lamen, realmente empatizan y te intentan ayudar “a su manera”… cuando el estado emocional del propietario no cambia ellos se estresan y lo manifiestan a través de ese lamido.
Para los que tenemos perros no es una sorpresa cuando nos hablan de los sentimientos que estos animales poseen, sabemos conscientemente lo que ahora los estudios científicos más avanzados vienen a confirmarnos, que los perros sienten la tristeza, se identifican con ella y actúan en consecuencia, tratando de animar, con mimos, el estado de ánimo de las personas, ya sean sus dueños o no.
Diversos experimentos certifican científicamente que los canes sienten y entienden los sentimientos de las personas igual que lo hacemos los seres humanos. Estos animales se enfadan y se entristecen al igual que se divierten y juegan, demostrando una gran inteligencia emocional que es comparable a la de sus amigos las personas.
Aunque los que estamos en continuo contacto con ellos, sabemos a ciencia cierta que intuyen con acierto cuándo necesitamos ayuda, cuándo compañía y consuelo, pero también cuándo queremos que nos dejen tranquilos. Esta sabiduría canina se debe a la observación, a los numerosos indicios que mostramos a través del lenguaje corporal, de nuestros comportamientos habituales, de la liberación de feromonas y, sobre todo, por nuestras señales sonoras.
El experimento inglés
Un equipo de psicólogos experimentados, dirigidos por Deborah Custance y Jennifer Mayer, se dedicaron a realizar ensayos controlados para calificar la respuesta que tenían los perros a los estados emocionales de los humanos.
Para ello programaron una serie de pruebas específicas con 18 perros de diferentes edades y razas. Se expusieron a tres tipos distintos de estímulos, de aproximadamente 30 segundos de duración; los estímulos eran una persona llorando, una persona haciendo una especie de zumbido difícil de cataloga y una persona llevando a cabo una conversación completamente normal.
La reacción de los animales fue de curiosidad para el que producía los zumbidos, de total indiferencia para el que sostenía la conversación, sin embargo, en relación a aquellas personas que lloraban, independientemente de que fueran conocidas o no, los animales se les acercaban, buscando el contacto físico, con su actitud sumisa parecía que quisieran mitigar en lo posible la tristeza de la persona, mimaban y se movían con el claro objetivo de aliviar el dolor que creían que la persona sufría.
Para los investigadores, los resultados confirmaron la empatía que los perros sienten hacia los afligidos con las respuestas que estos ofrecían al llanto, lamiendo y buscando el contacto físico. Según estos científicos, el hecho de que los perros desatendían a aquellos que generaban ruidos extraños y se dirigían a los que realmente aparentaban desconsuelo, sirve para asegurarse que el perro no actuaba por simple curiosidad.
Otra de las conclusiones fueron las de confirmar que los perros responden más a las emociones que cualquier otra especie, incluyendo a la raza humana. Para estos animales, el llanto lleva a una mayor carga de significado emocional, provocando una respuesta general más fuerte que cualquier otro sonido, incluido el que producimos al hablar.